¿Por qué los aplaudimos?

En Guinderas no solo damos información sobre distintas novedades en lo que a la ovalada respecta, sino que también brindamos este espacio para que los protagonistas puedan expresar sus ideas y opiniones.

A continuación les dejamos un relato que nos hizo llegar un jugador del Plantel Superior de Pucará y quiso compartirlo con nuestros lectores.

"Casi todos, atravesamos siempre el mismo ritual. Terminamos de almorzar en la parrilla o buffet del club , saludamos un par de amigos, y, con 10 minutos de anticipación, nos vamos dirigiendo a ocupar nuestro lugar en las tribunas.  Ya sea en la tribuna del sol, de la sombra, del ingoal del buffet o del ingoal de los japoneses, cada uno de nosotros elige estar donde quiere.

Y aquel que jugó antes, en la pre, o en la inter, esperara dentro de la cancha.
Ya se nota la electricidad en el aire. Sea un partido de clasificación o de campeonato, la sensación es siempre la misma. Los vemos llegar, juntos, a los 15. Y empezamos a aplaudir. Un aplauso lento, que se incrementa a medida que la distancia se acorta.

Un aplauso pesado, sonoro, que esta movido por toda la sangre que tan fuerte bombea el corazón.  Y cuando ellos entran a la cancha, ese aplauso explota, se convierte en una ola que invade a todos los presentes. Es una energía grotesca, casi violenta que trata de llegar a cada uno de los que está adentro defendiendo la camiseta. Es en ese momento que yo no puedo evitar pensar : ¿por qué los aplaudimos?

Porque son gente extraordinaria, como llegados de otros planetas? Son seres monstruosos  de piedra que dedican todos sus días a sobre entrenarse para jugar y luego irse a sus castillos de retiro? Porque los golpes no les duelen? O ¿por qué tenemos envidia de no estar ahí, con ellos?

¿No los aplaudimos por otra cosa? Para mí, este reconocimiento, este homenaje, tiene otra mística, otro pesar. Los esperamos golpeando nuestras manos, lo más fuerte que podemos, porque ellos hacen lo mismo con sus cuerpos todos los lunes, martes,  y jueves.

Ellos que tienen, diecinueve, veinte, y los más viejos no llegan a los cuarenta.  Ellos que tienen ya tres años de experiencia en la primera división, con veinte cuatro años, convirtiéndose en los más viejos de las camadas mas nuevas. Porque se levantan temprano para ir a trabajar, después a estudiar y llegan a entrenar como si nada. Se acuestan tarde, se levantan temprano, entrenan por su cuenta y siempre están presentes.  Porque se golpean en las canchas mas rusticas, con lluvia, con barro, con frio, para llegar al sábado con el pecho inflado, sabiendo que ellos son los mejores, porque abajo hay más gente que los obliga a demostrarlo.

Porque entran a la cancha abrazados. Porque son uno. Porque toman una espalda, comiéndose un tackle en las costillas, para que otro pueda seguir jugando. Porque pasan a un contra ruck, regalando la cara indefensa, siempre víctima de un golpe deshonroso. Porque corren hasta que la lengua se les seca, para agarrar ese kick al fondo, y salir jugando. Porque festejan los triesen equipo, que es una simple consecuencia de todo un proceso bien ejecutado.

Porque en toda su vida, un primera línea abraza más veces a un compañero que a su propia madre.

Sí. Porque nos llenan de orgullo. De sana envidia. De emoción.

Por eso y por mucho más, les agradecemos. Por eso los aplaudimos".

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