Si bien conocemos las bondades del rugby como
deporte formativo, el escritor Sebastián E. Perasso, autor de los cinco libros
Rugby Didáctico, ratifica lo que es y significa nuestro deporte.
Desde sus comienzos, el
rugby nace como instrumento para disciplinar a los jóvenes ingleses, poco
apegados, por aquella época, al cumplimiento de normas y reglas. Así, casi
mágicamente, aquel instrumento magnifico que el Rector de la Escuela de Rugby -
Thomas Arnold - multiplicó de manera magistral por Colegios y universidades
inglesas logró llegar casi indemne hasta nuestros días.
El rugby, desde
siempre, ha sido concebido como un instrumento de cambio, como un elemento
transformador de la realidad de quienes lo enseñan o practican. El rugby es un
deporte formativo y ese valor constituye su elemento distintivo por excelencia,
lo cual lo hace absolutamente único en el universo del deporte.
Sin ese valor agregado
que lo hace único, sin ese distintivo que lo eleva y enaltece por sobre el
resto, el rugby se convertirá indefectiblemente en una disciplina ordinaria, ni
más ni menos importante que otras tantas en el universo del deporte. Así,
paseará sus bondades y defectos como cualquier otro, generando adeptos y
detractores por igual.
Para todos quienes estamos
vinculados al rugby desde la cuna, sabemos ciertamente que el rugby es mucho
más que un deporte, es por sobre todo un medio para formar y educar a las
personas, un instrumento para relacionarnos y un vehículo para evolucionar como
personas sociales.
Convivimos a diario en
un mundo contaminado, repleto de jóvenes sin rumbo, ni ideales; con individuos
carentes de objetivos y sentido de identidad.
Para todo ellos, el
rugby puede representar un escape, una suerte de salvavidas para luego comenzar
a andar. Puede significar una brújula que guíe y orienta la conducta de los
jóvenes en medio de tanto barullo y desorientación.
En tiempos de dudas y
turbulencias como las actuales, bien vale una mirada calificada, la de un
hombre adelantado a su tiempo. Hace más de dos décadas atrás, el legendario
Veco Villegas nos decía: “El rugby es un medio y no un fin en sí mismo; un
medio para educar, para relacionarse, para divertirse... El rugby nunca quiso
ser la meta final del que lo jugaba, sino el medio mediante el cual el hombre,
al mismo tiempo que mejoraba su físico y su mente, mejoraba espiritualmente...”
Sobre el final,
anticipaba la batalla más importante que no debíamos ignorar. Al respecto
decía: “El rugby vive una de sus más grandes batallas, que es la del propio
juego con sus principios y tradiciones contra la presión del medio ambiente
exterior...”
Hoy más que nunca el
mundo necesita del rugby para producir un cambio.
Conservar esos
principios fundacionales que lo hacen distinto y único constituye el punto de partida porque esta claro que un rugby
huérfano de valores e ideales no sirve como herramienta transformadora.
Como hombres de rugby,
tenemos un verdadero desafío por delante.
Aquella monumental obra
iniciada por Thomas Arnold, que logró transformar la realidad educativa de
Inglaterra a través del rugby es la que nos pone a prueba casi dos siglos
después.
Contamos con un caudal
humano inigualable, con una fuerza arrolladora que bien llevada y dirigida es
capaz de transformar el mundo.
Tenemos a nuestro
alcance un regimiento de hombres disciplinados, laboriosos y sacrificados; un
ejercito de hombres de rugby capaces de conquistar sitios y lugares llevando
consigo los valores emanados de un mismo credo, que no es otro que el conjunto
de reglas y principios filosóficos que constituyen el espíritu del juego.
En efecto, un ejército
de más de tres millones de jugadores dispersos en ciento diecisiete países en
todo el mundo, espera agazapado poder entrar en acción.
Deseosos e impacientes
por difundir su mensaje, intentan y pretenden generar un efecto contagio en
todo el mundo.
Aunque parezca alocado,
tenemos a nuestro alcance la oportunidad cierta de hacer un mundo mejor.
Tomemos por un momento
el ejemplo de Virreyes Rugby Club y su capacidad para modificar y
transformar la realidad cotidiana de su gente.
Si tan solo lográramos
que ese mensaje fresco y esperanzador se multiplicara por todas partes algo
grande estaría gestándose entre nosotros.
Muchos creerán que es
un sueño o una verdadera utopía, pero trabajando juntos, bajo las normas y
principios del mismo credo, no tengo dudas de que el mundo puede cambiar…
Nota:
Sebastián Perasso está en proceso de terminar su sexta obra, una biografía del
célebre Carlos “Veco” Villegas, quien es mencionado en este artículo.
Twitter: @rugbydidáctico